Hace poco hice un taller de lectura de poesía, y me llevo a pensar ¿cuánto de teatro tiene a la poesía? la poesía se termina cuando es leída en voz alta. Es una suerte de conversación entre el sentir con el cuerpo y la potencia explosiva de la palabra.
Es
sabido que la poesía nació como vehículo de la trasmisión cultural. La importancia del ritmo, la respiración
era tan importante como el propio
mensaje.
Los
ruidos de la voz representan el alma de esas palabras, un ente vivo y autónomo. Entonces ¿podríamos observar
cierta similitud entre leer poesía y la representación de una obra
de teatro?
¿De
qué forma se logra que esa capacidad de concebir un conjunto de imágenes se transforme? La única forma de llegar a
dicha transformación es mediante la interpretación.
Y es aquí donde encuentro otra similitud, la creación. Un poeta intenta representar una imagen que lo
cautiva, un sonido, un color, una textura. Escriben
con los sentidos. El texto teatral nace de la misma manera. El trabajo del poeta y el dramaturgo no es otra cosa que representar imágenes.
Si bien el dramaturgo tiene la capacidad de vivir en otros cuerpos, otras mentes. En cambio, al poeta se lo suele asociar a su capacidad interpretativa del mundo, ¿pero el poeta es uno solo, es un único individuo? Se suele ver al poeta como un único individuo; ahora bien, ¿qué sucede con las diferentes formas de su poesía, con su metamorfosis? ¿Acaso el poeta no tiene la capacidad de vivir en otros cuerpos?
De algo estoy seguro
es que ambas son una construcción continua
del lenguaje.
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