Hay un poema de Joaquín Giannuzzi que dice: “comprobé que las cosas no mueren, sino que son asesinadas”. Ayer recordé esta línea del poema llamado “Basuras al amanecer”, cuando la mujer de mi padre me dio un cofre con las bolitas de mi infancia, los recuerdos atrapados en un cofre, la realidad tangible frente a mis ojos. Mientras observaba mi infancia, mi padre me dio una bola de colectivo que se usaba encima de la palanca de cambios de los colectivos. “Esta fue mi primera bola cuando empecé a trabajar en la línea 60, me acompañó siempre, ahora quiero que la tengas tú”. Objetos que se guardan más allá del pensamiento. Hay algo en las cosas y eso lo entendió muy bien el poeta Francis Ponge. Él dice: “Ya que es naturaleza del hombre alzar la voz en medio de la multitud de las cosas silenciosas, que al menos lo haga a veces a propósito de ellas”. Sus poemas consisten en apartar la mirada de lo humano y concentrarse en los objetos comunes. En época de crisis, es necesario volver a la patria del poeta, que es la infancia, como decía Rilke, y construir desde allí para enfrentar lo que viene.
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