Ir al contenido principal

Un sueño con Juan Manuel Inchauspe


 

Anoche soñé con Juan Manuel Inchauspe. Estábamos en su jardín, sentados bajo un árbol, tomando mate amargo en calabacín. Tenía una mirada minuciosa y las manos huesudas. Había gatos que merodeaban alrededor de la mesa.  El silencio de la tarde comenzaba a llenarse de una palpitación que nadie escuchaba y el sol se llevaba la luz del lugar. Juan Manuel, sin mírame, me decía «Oscurece para disimular la frialdad.»

Sentía que el silencio del tiempo y los días podían tenderme una trampa en cualquier momento. Tenía miedo. De pronto, un pájaro brotó de una rama, subiendo, planeando, volando, rompiendo la quietud con sus grandes alas.

Parecía un domingo otoñal. El viento hacía bailar un enjambre de hojas secas, hacia arriba, hacia abajo, entre las pequeñas piedras del camino. Y sin darme cuenta una vez más estábamos en el comienzo de la mañana, heridos, insoportables, mirando como fluía la luz de las cosas, la clara quietud renaciendo de las sombras. Los ojos de Juan Manuel estaban abiertos. Su cuerpo estaba deshecho de todo movimiento. Parecía que no necesitaba la noche para parecerse a ella sino para sentir un oscuro desafío. Juan Manuel se puso de pie, se acercó a un matorral de hortensias florecidas, se sumergió en el silencio de las nubes y gritó «Hemos vivido entre las cosas que el frío enmudece.» En ese momento su cuerpo desapareció. Solo quedó su ropa pequeña, antigua, oscura. Me quedé mirando el cielo, ligeramente conmovido, sobre la tierra sofocante, rodeado de las esqueléticas ramas del otoño. Ya no tenía miedo porque sabía que las palabras estaban en el aire.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las cosas que perdemos en el mar

  Antes de irme de vacaciones soñé con la palabra “anhelo”. El sueño consistía, básicamente, en que me sorprendía la belleza de dicha palabra. Apenas me levanté, fui a buscar su etimología. Su significado es “el deseo intenso de conseguir algo” y proviene del verbo anhelare , que significa “respirar con dificultad, jadear”. La palabra me acompañó durante todas mis vacaciones en la costa atlántica. Este año me separé pocos días antes de viajar, por lo cual decidí irme con mis padres. Hacía mucho tiempo que no compartía vacaciones con ellos. Hace un año que mi padre está obsesionado con correr; encontró en ello un universo que lo convoca, que le da vitalidad. Si yo escribo para existir, mi padre corre para pensar. Los dos llevamos la palabra anhelo sobre el paladar: el deseo de lo sencillo, el deseo de mirar. Mi padre mira más allá de lo que lo rodea. Los primeros días salimos a correr por las calles de arena que rodeaban la casa y, una vez que nuestras piernas se acostumbraron ...

Notas de la ciudad

  Ya nadie se pasea por las tardes evanescentes en las calles inundadas de hollín que emanan los señores ejecutivos frente al Icon Palace Hotel sus bocas pululan pululean los más sádicos y despiadados fluidos sobre los hombros cansados de sus admiradores que caminan con sus zapatos al revés  ya nadie mire el cielo ni por asomo del reloj buscan sus obligaciónes en la saliva arrastrada de estos nabucodonosores sin corbata que patean su espina dorsal y nosotros los que somos de aquí y de allá miramos con espanto y esperamos un paso atrás otro paso atrás y caminamos adelante.

Notas de la ciudad

  Vivimos en el corazón de una ciudad que se resquebraja en la luz oblicua de un sol que solo alumbra al vecino exangüe que mira su propio ombligo ¿Qué sucede con el alma que penan las señoritas con pestañas prestadas o con aquellos muchachos que, sin querer serlo, se funden en el opérculo claro de un pescado? La agonía está a la vuelta de la esquina solo queda esperar que el corazón frío de un transeúnte se escape por la ladera interna de algún vicio olvidado en un rincón.