El monte pliega sus alas al atardecer
mientras los pájaros dejan el tiempo atrás
y el
viento de julio acaricia las ramas secas
y la tarde se pierde en el prado
y doña Damiana caminará
entre el cielo y la sierras.
Escuchas el silencio mi amigo?
Oh, cerro de
oro que ruge y tiembla
atraviesa la superficie del paisaje
entre la frescura de las hojas y del rocío y del cielo.
Arroyos
suben
y
bajan
entre las piedras que apenas pisamos entre el agua blanda
blanca
escuchamos la hierba seca,
son los silencios súbitos, de las almas del monte?
El canto de la noche que de repente se pierde
en su propio olvido y vuelve,
con su pena
imposible.
¿Qué secretos íntimos guardan esos árboles?
Las miradas de las estrellas sobre la amistad primera,
que abre, de
repente, los ojos del monte
y mira, mira, mira?
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