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Titane: una aproximación al Anti Edipo


 

El cuerpo es el cuerpo, está solo /y no necesita órganos, /jamás el cuerpo es un organismo, /los organismos son los enemigos del cuerpo

 Artaud

 Así como Deleuze dijo que el encuentro con un libro se trata de intensidades, es decir, es una cuestión de conexión. En los diálogos con Claire Parten Deleuze decía: “Nada que comprender. Nada que interpretar”. Lo mismo pasa con la película de Julia Ducournau “Titane”. Dos personajes unidos por el destino, y una ausencia: por un lado, Alexia (Agathe Rousselle), que sufrió un accidente de chica y lleva una placa de titanio en la cabeza. Una combinación pieza/máquina, una relación binaria de dos términos, entre órganos y cuerpos. Alexia creció y es bailarina en exhibiciones de coches. Por otro lado, hay un chico que desapareció sin dejar rastros y su padre Vincent (Vincent Lindon), un bombero, que camina sin rumbo por la vida.

Alexia va desencadenar una serie de asesinatos, su producción deseante es el deseo por matar. A lo largo de la película hay una transformación en su cuerpo, hay un flujo decodificado porque no sabemos lo que está pasando. Ella va huir para evitar ser atrapada por la policía y decide hacerse pasar por el hijo desaparecido de Vicent. La película explora la identidad de género, el flujo, el deseo, las máquinas deseantes. Esta trama no tiene como fundamento el Edipo. En ningún momento se aborda la relación con sus padres, aunque si la hay entre la curiosa relación padre-hijo/hija con Vicent y sobre la maternidad. Podríamos decir que Alexia es un cuerpo sin órganos, pero ¿cómo hace para ser cuerpo, siendo que carece de órganos, y, aun así, seguir siendo cuerpo? El deseo no tiene organización y nuestro cuerpo está organizado y el gran oponente es el deseo. El deseo desea ir hacia un cuerpo sin órganos, pero el cuerpo sin órganos también es la muerte. Titane es una película en donde no hay nada que comprender ni nada que interpretar.

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