Algo que nunca voy a
entender es la gente que va a recitales o a museos y filma todo desde su celular
e inmediatamente lo comparte en las redes sociales. ¿Cuál es la finalidad de
este acto? Es una forma de decir “Miren lo que se están perdiendo boludos.” En
la era de la posmodernidad sólo importa ir a un recital o un museo para registrar
todo con el celular y subirlo a las redes sociales, es una forma de alimentar nuestro
propio yo. Hace unos días estaba teniendo una conversación seria con mi hermana
y le estaba diciendo que una persona interesante no tiene que saber de filosofía
ni tampoco hablar de cine soviético, le comentaba que una persona interesante
era mi abuela. Automáticamente ella saco su celular y me dijo que tenía que
hacer una historia para subirlo a Instagram. Estas actitudes me enervan, ya no
se puede decir ninguna estupidez que enseguida la quieren subir a las redes
sociales. ¿Qué le pasa a “la gente”? El jueves pasado fui a comer pasta de un
amigo y no dejaron servir hasta que no le hicieron las respectivas fotos
publicitarias, por supuesto que se enfrío la comida, pero yo soy un tipo
sensato así que agarré mis cosas y me fui. Todo el mundo habla de la revolución
tecnológica en los celulares: un nuevo sistema operativo para mayor fluidez a
la hora de trabajar, carga a distancia para sentarse a lado de un enchufe en un
aeropuerto, tarjeta sim virtual, ¿Todo esto para qué? ¿Para sacarle fotos al
pollo? Por eso no todo progreso es bueno como decía Benjamín. Ya me veo el día
de mi cremación, antes que el fuego me consuma y queden mis cenizas como único
rastro de mi paso sobre la tierra, alguien diga “para para que le sacamos una
foto antes” el velorio será trasmitido en vivo por una cuenta de Instagram. Me
pregunto cuánta gente mirara mi velorio.
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