Nadie
sabe lo que puede un cuerpo
Baruch Spinoza
Hace un tiempo fui con un amigo a ver una obra de
danza contemporánea que se llamaba “En tres”. Sabia poco de que se trataba,
pero me pareció un gran plan para un viernes a por la noche. La cita era en el Galpón
de Tacuara, un teatro independiente ubicado en Chacarita. El Folleto de la obra
decía “Un día el mundo se detuvo. El tiempo cambió de frecuencia. Los días y
las noches se alteraron. En tres es un viaje de introspección marcado por la
perplejidad, ese intervalo que existe entre un hecho y su entendimiento.” Una
premisa interesante ya que no decía mucho, pero llamaba la atención. Mis
expectativas fueron aún mayores cuando leí que estaba basado en un disco de
unos de mis pianistas preferidos: Brad Mehlhdau. El disco lo compuso en
cuarentena, solo con su piano y se llama “Suite April 2022”.
La escenografía era muy minimalista, un colchón en el
suelo, una especie de modular moderno y ellas tres distribuidas por el escenario.
Las primeras notas comenzaron a sonar y con ello los movimientos de los cuerpos.
Spinoza decía que lo que sabemos del cuerpo es mucho menos de lo que el cuerpo
sabe de nosotros. Pero a mí me parecía que los cuerpos de ellas tres eran conscientes
de cada uno de sus movimientos, era una exploración esencialmente potente por los
estados de ánimo de la condición humana. Estamos atravesados por una época
donde pareciera que el capital quiere alejarnos cada vez más de nuestra propia conciencia
corporal. Donna Haraway en su libro “Manifiestos para Cyborgs” dice: Las
tecnologías de las comunicaciones y las biotecnologías son las herramientas
decisivas para darle nuevas utilidades a nuestros cuerpos. Estas herramientas
encarnan y ponen en vigor nuevas relaciones sociales. Nuestra
corporalidad quiere ser remplazada por las pantallas, cada vez somos menos conscientes
de nuestro propio cuerpo. Es necesario recuperar nuestra corporeidad, es decir,
una unidad entre nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo emocional, y para eso está
el arte.
La obra es un recorrido por diferente estado. Por
momentos la angustia se hace presente y presiona fuertemente sobre el pecho,
luego hay momentos de calma, pero a travesado por la tristeza. La obra es un transcurrir.
Pero hay algo que la obra te obliga y es habitar las sensaciones, no deja que
te escapes nunca. Es necesario hoy más que nunca el verbo “habitar”, para que
el cuerpo revele su potencial. Quizás la enseñanza que nos deja la obra sea que
una manera de escapar de los automatismos sea bailando.
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