El domingo vi “El evangelio según san mateo” de Pasolini. Una película que narra la derrota de un cristo con espada. Un cristo radicalizado, decidido a transformar el statu quo del mundo. Lo más interesante de la película es lo que Pasolini hace con la palabra “derrota” que etimológicamente viene de “derromper” el prefijo “de” y del latín “rota que quiere decir “fuga de un ejército”. Pasolini encuentra una línea de fuga en el evangelio según San Mateo. Podemos relacionarlo con lo que dice Deleuze “Líneas de fuga es ''algo'' que arrastra a la naturaleza, al organismo y al espíritu. Si pensamos que lo organizado hace referencia a la imposición de tal o cual régimen de totalización, de colaboración, de sinergia o integración, la hipótesis de las líneas de fuga sería que siempre hay lugares, situaciones, hechos, experiencias, etc., por donde todo se escapa.” En esas fugas es donde el cristo de Pasolini encuentra un espacio para demoler los paradigmas que gobiernan el mundo. Rompe con la típica figura blanca y luminosa que propone la iglesia, opta por un Jesús de tez oscura, ojos negros, con un rostro sombrío. El cristo de Pasolini hace de su discurso una política del lenguaje. En la derrota construye un cristo de mayor dimensión humana y social que el evangelio de mateo. No es casual que en la película no hay imágenes de flagelación, ni dolor, cristo avanza con la mirada en alto. Pasolini construye a partir de la derrota una nueva manera de observar, una estética, un lenguaje nuevo. En una entrevista Pasolini dijo “Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud". Es interesante pensar en la etimología de la palabra “perder” que viene del latín “perdere” que significa “dejar algo”. ¿Y si usamos la palabra “derrota” como un punto de fuga hacia otro lado y la palabra “perder” como dejar algo para encontrar otra cosa? Perderse tiene que ver con la desaparición de lo conocido, perderse tiene que ver con la aparición de lo desconocido. Como dice la Poeta Elisabeth Bishop “Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más: algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente. Los extraños, pero no fue un desastre.”
El domingo vi “El evangelio según san mateo” de Pasolini. Una película que narra la derrota de un cristo con espada. Un cristo radicalizado, decidido a transformar el statu quo del mundo. Lo más interesante de la película es lo que Pasolini hace con la palabra “derrota” que etimológicamente viene de “derromper” el prefijo “de” y del latín “rota que quiere decir “fuga de un ejército”. Pasolini encuentra una línea de fuga en el evangelio según San Mateo. Podemos relacionarlo con lo que dice Deleuze “Líneas de fuga es ''algo'' que arrastra a la naturaleza, al organismo y al espíritu. Si pensamos que lo organizado hace referencia a la imposición de tal o cual régimen de totalización, de colaboración, de sinergia o integración, la hipótesis de las líneas de fuga sería que siempre hay lugares, situaciones, hechos, experiencias, etc., por donde todo se escapa.” En esas fugas es donde el cristo de Pasolini encuentra un espacio para demoler los paradigmas que gobiernan el mundo. Rompe con la típica figura blanca y luminosa que propone la iglesia, opta por un Jesús de tez oscura, ojos negros, con un rostro sombrío. El cristo de Pasolini hace de su discurso una política del lenguaje. En la derrota construye un cristo de mayor dimensión humana y social que el evangelio de mateo. No es casual que en la película no hay imágenes de flagelación, ni dolor, cristo avanza con la mirada en alto. Pasolini construye a partir de la derrota una nueva manera de observar, una estética, un lenguaje nuevo. En una entrevista Pasolini dijo “Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud". Es interesante pensar en la etimología de la palabra “perder” que viene del latín “perdere” que significa “dejar algo”. ¿Y si usamos la palabra “derrota” como un punto de fuga hacia otro lado y la palabra “perder” como dejar algo para encontrar otra cosa? Perderse tiene que ver con la desaparición de lo conocido, perderse tiene que ver con la aparición de lo desconocido. Como dice la Poeta Elisabeth Bishop “Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más: algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente. Los extraños, pero no fue un desastre.”
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