Ir al contenido principal

Crónicas navideñas: Y de repente... La noche




Ayer fuimos a ver una banda de jazz al Caras y Caretas con Belén, una compañera de la maestría de escritura creativa que estoy cursando en la Untref. Pienso que el ámbito de la escritura se prolonga fuera de las aulas. Las palabras flotan, como quien dice por en el aire. El lenguaje es como un umbral para atravesar la existencia. Hay que estar siempre con los sentidos atentos. 'Pensar nos roba el mirar', decía el poeta Roberto Juarroz. Después de disfrutar del concierto, fuimos a comer pizza a la Continental, que está sobre la calla Callao. Cuando salimos, nos cruzamos con un hombre viejo con un saco gastado y sucio, una bermuda de jean cortada con las manos y un sombrero. Belén se quedó charlando con él y yo di unos pasos más adelante, pero rápidamente él dijo: 'Ya no quedan lugares para pensar. Antes nos juntábamos en La Paz, en Varela Varelita, en la academia con muchos estudiantes que luego fueron profesores, pensadores que después fueron políticos, pero hoy esa época quedó atrás, el pensamiento se está perdiendo'. Mientras iba escuchando cada palabra, me acercaba cada vez más. De pronto, me dieron ganas de sentarme a hablar con él. A veces nos dejamos llevar por la apariencia; hay tanta gente allá afuera que no muestra lo que es. Me hubiese gustado preguntarle qué piensa de los poetas, pero me quedé escuchándolo; siempre la escucha por sobre todas las cosas. El hombre me hizo recordar a Jacobo Fijman, que pasó muchos años de su vida internado en un hospicio para enfermos mentales, muriendo en ese lugar absolutamente solo y abandonado, incluso por aquellos que se habían dicho sus amigos. Jacobo Figman, en una entrevista con el poeta Vicente Zito Lima, dijo:


No soy enfermo. Me han recluido. Me consideran un incapaz. Quiénes son mis jueces…
Quiénes responderán por mí.
Hice conducta de poesía. Pagué por todo.
Sentí de pronto que tenía que cambiar de vida. Alejarme del mundo. Y me aislé. Me fui de todos, aun de mí…
Hoy es la demencia un estado natural.
Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas.
El delirio son instantes. Puede durar toda la vida.
Mi poesía es toda medida.
El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad.

Hay un poema de Fijman que dice "Estamos en el mundo y con los ojos en la noche./
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos. "  Hay algo más allá de la noche que late, hay una voz, una pequeña canción que nos acerca a las cosas, pero solo si estamos dispuestos a escucharla.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Las cosas que perdemos en el mar

  Antes de irme de vacaciones soñé con la palabra “anhelo”. El sueño consistía, básicamente, en que me sorprendía la belleza de dicha palabra. Apenas me levanté, fui a buscar su etimología. Su significado es “el deseo intenso de conseguir algo” y proviene del verbo anhelare , que significa “respirar con dificultad, jadear”. La palabra me acompañó durante todas mis vacaciones en la costa atlántica. Este año me separé pocos días antes de viajar, por lo cual decidí irme con mis padres. Hacía mucho tiempo que no compartía vacaciones con ellos. Hace un año que mi padre está obsesionado con correr; encontró en ello un universo que lo convoca, que le da vitalidad. Si yo escribo para existir, mi padre corre para pensar. Los dos llevamos la palabra anhelo sobre el paladar: el deseo de lo sencillo, el deseo de mirar. Mi padre mira más allá de lo que lo rodea. Los primeros días salimos a correr por las calles de arena que rodeaban la casa y, una vez que nuestras piernas se acostumbraron ...

Notas de la ciudad

  Ya nadie se pasea por las tardes evanescentes en las calles inundadas de hollín que emanan los señores ejecutivos frente al Icon Palace Hotel sus bocas pululan pululean los más sádicos y despiadados fluidos sobre los hombros cansados de sus admiradores que caminan con sus zapatos al revés  ya nadie mire el cielo ni por asomo del reloj buscan sus obligaciónes en la saliva arrastrada de estos nabucodonosores sin corbata que patean su espina dorsal y nosotros los que somos de aquí y de allá miramos con espanto y esperamos un paso atrás otro paso atrás y caminamos adelante.

Notas de la ciudad

  Vivimos en el corazón de una ciudad que se resquebraja en la luz oblicua de un sol que solo alumbra al vecino exangüe que mira su propio ombligo ¿Qué sucede con el alma que penan las señoritas con pestañas prestadas o con aquellos muchachos que, sin querer serlo, se funden en el opérculo claro de un pescado? La agonía está a la vuelta de la esquina solo queda esperar que el corazón frío de un transeúnte se escape por la ladera interna de algún vicio olvidado en un rincón.